La cantidad de energía que se requiere para calentar hornos industriales que alcanzan los 1700°c para producir cemento, acero, cal, tabiques, vidrio, aluminio, etc. sumado a la cantidad de energía necesaria para construir, a la que se consume en edificios, más la energía que se requiere para transportar los materiales; podríamos hablar de un despilfarro energético. En total el 40% de la energía consumida en el mundo se ocupa en la industria de la construcción. (¿Por qué contamina tanto la industria de la construcción? ) Podríamos añadir que los residuos y la contaminación que producen los materiales industrializados de este sector rondan el 50% a nivel planetario. La pregunta es obligada: ¿hay otra forma de habitar el planeta?
Construcción Natural
La tierra ha sido nuestro alimento, nuestra materia de expresión, nuestro soporte, nuestra madre y por supuesto; nuestra casa. Hace miles de años que la tierra ha servido para construir nuestras casas demostrando cualidades excelentes. No ha sido sino hace relativamente poco que, con la entrada de los materiales industrializados, hemos olvidado y casi despreciado este material inerte pero vital. La Permacultura retoma esa sabiduría ancestral que nos enseña que la tierra es la salud, el abrigo, la frescura y la solidez necesarios para habitar e integrarnos sustentablemente a la naturaleza.
Cuidar la tierra es uno de los tres principios éticos de la permacultura, y en Crisalium queremos honrar ese principio y una de las maneras de hacerlo es elegir para nuestras construcciones, materiales naturales, minimizar los industrializados y a ser posible reutilizar otros. No somos pioneros, un tercio de la humanidad vive en viviendas de tierra (Minke 2013) y hay una experiencia de al menos 10 mil años. Las técnicas modernas de la construcción natural toman en cuenta la belleza, la duración, la salud y las propiedades bioclimáticas del diseño y los materiales. Nuestra sociedad ha adquirido el síndrome de “los tres cochinitos”; y nos hace creer que una construcción sin cemento y acero se caerá o tendrá poca duración. La construcción con madera, tierra y paja es sismo-resistente mientras cumpla con algunas normas básicas de diseño, y existen construcciones de tierra con miles de años en casi todo el mundo.
Estamos acostumbradas a dejar la salud en manos de un médico, la educación en las de una maestra, nuestra alimentación… ni sabemos en qué manos y así la de nuestra casa en un “profesional”. Hemos perdido autonomía en los aspectos más esenciales de la vida. Nosotras apostamos por ir recuperando esa autonomía volviendo a la simplicidad, funcionalidad y la belleza de la naturaleza, en el caso de construir nuestra vivienda y las ecotecnias que nos ayuden a vivir más cómodamente.
La experiencia que hemos ganado la compartimos en talleres para fortalecer la autoconstrucción con técnicas naturales, así mismo de ecotecnias, como estufas y hornos ahorradores de leña, tratamiento de aguas grises, sanitarios composteros, y otras que tienen que ver con el diseño de permacultura del espacio y la soberanía alimentaria (que también es otra forma de habitar el territorio).
Meter las manos y pies a la tierra despierta nuestros apelmazados instintos. La primera vez es como una vieja sensación, como si la experiencia de nuestras ancestras reviviera en nosotras. Pero al poco se convierte en una actividad terapéutica (curativa). Al final del día hay una sensación muy satisfactoria como la de estar construyendo ¡otro mundo!